La Bambina Impertinente

La Bambina Impertinente

martes, 29 de abril de 2008

Sapere Aude

¿Desde cuando decir que la sociedad te la trae al palio, mostrarse apolítico, jactarse de no votar o no leer la prensa es "guay"?. A ver, que no es mi tema de conversación favorito, pero eso no quiere decir que no esté entre mis intereses.
Mirad, no me gusta el fútbol, me aburre soberanamente, no sigo la liga nacional ni internacional, ni la prensa relacionada y cuando llega el turno de los deportes en el telediario (que no sé porqué lo llaman "deportes" si sólo es fútbol y cotilleos de fútbol), apago la tele. Claro que tampoco me escucharás quejarme de la cantidad de espacio que abarca el temita en la tele o en la vida social, ni comentar lo que ha hecho o ha dejado de hacer este o aquel jugador, si cobran poco o mucho, bla bla bla.
Sin embargo este desinterés personal no va a afectar ni a mi vida ni a la sociedad en general, así que creo que puedo permitirme el lujo. Me cuesta creer que, no obstante, algunos se permitan el lujo de desinteresarse por la realidad política y social, ya que ese desinterés sí que afecta al funcionamiento del sistema en el que vivimos. No podemos enajenarnos de esa realidad. Respeto todas las posturas, incluido el absentismo, pero no puedo respetar las opiniones que provienen de ese sector. Y no por el contenido de las mismas, sino por la base: ¿si no estás informado sobre algo, cómo diablos te puedes formar una opinión?.
Claro que con la tradición política que tiene nuestro país son muchas las opiniones fosilizadas al respecto; con alegar que todos son unos ladrones o aquello de "los políticos son como los novios, prometen, prometen, hasta que la meten", lo que no recoja el refranero español...
Es cierto que a los españoles le falta costumbre, durante todo el siglo XIX el liberalismo mal entendido de nuestros políticos hizo de la democracia su feudo particular, todo fue inestabilidad y puñaladas traperas, además con más del 80% de la población analfabeta y un sufragio oscilante y limitado, hubo muy pocas ocasiones de ejercer nuestra opinión.
Fue una época caracterizada por el fraude, listas electorales falsificadas, electores sobornados, amedrentados, apaleados, suplantados o arrestados; colegios electorales que cerraban antes de tiempo o se mudaban a lugares inaccesibles y urnas que se extraviaban o se rellenaban con votos falsos. A esto le siguió la gran decepción de la II República y luego la dictadura militar. La memoria colectiva tiene muchas razones para desconfiar.
Pero de este agujero negro no salimos porque sí, se consiguió porque muchos no quisieron seguir con su vidas e ignorarlo, porque no utilizaron el reproche fácil y costumbrista y porque, como ya ha quedado demostrado, no es efectivo luchar contra el sistema estando fuera del sistema. Me niego a creer que las cosas no puedan cambiar y me niego a creer que no haya gente que quiera cambiarlas. Por ello creo que la información es el mejor soporte que puede tener cada una de nuestras voces. Mantenerse neutral puede ser interesante, puede ser una opción, pero el problema viene cuando es una costumbre.
La prensa, los informativos, rara vez son portadores de buenas noticias, cada vez es más raro que sean objetivos, pero, personalmetne, me niego a mirar para otro lado, no pienso poner a dormir mi rabia ni a insensibilizar mi conciencia. Creo que se lo debemos a todos eso países que viven en nuestro siglo XIX, pero eso y porque, lo creais o no, así mis momentos felices son más felices.
Por cierto, este fin de semana se cumplen 200 años del comienzo de la Guerra de Independencia, con ella comenzó nuestro sueño democrático ungido en horror.

martes, 15 de abril de 2008

Algo más que modistillas

No sé si habéis oído hablar del krausismo, aunque seguramente os suene la Institudión Libre de Enseñanza. Bien, el krausismo es la ideología que se esconde tras esta Institución, que, aparte de promover el autodidactismo, la superación personal y de profesar cierto antoclericalismo, fue un movimiento importante para la educación de la mujer en España.

Según la filosofía de Kraus, la educación del individuo comienza en el hogar y siendo la mujer la que pasa más tiempo con sus hijos, veía con toda natualidad que fuera ella la que le iniciara en el conocimiento. Para ello la mujer debía ser instruída y por encima de todo superar su debilidades naturales tendentes a aquellas enfermedades del alma que les hacía presas fáciles para la clase eclesiástica. En la literatura esta figura aparece muy bien encarnada por Ana Ozores, en La Regenta de Clarín.

Digamos que a fin de cuentas lo que venía a decirnos Giner de los Ríos y compañía era que la igualdad de la mujer era necesaria, pero eso sí, tutelada. Y si no, observar que las adolecidas y torturadas almas de la literatura decimonónica pertenecían todas a mujeres que dudaban entre lo racional y lo irracional y que necesitaban siempre de una figura paterna que les mostrara el camino.

Me entristece que haya pasado más de un siglo y que la mujer siga siendo para muchos, a todas luces, menor de edad. Los comentarios en torno a las nueve ministras han ido de la socarronería al desprecio y vuelta; si bien no se duda de nuestro derecho al voto, sí de nuestra suficiencia para el gobierno ¿qué me están contando? ¿que un licenciado está por definición más capacitado que una licenciada?. Triste igualmente que una frase tan manida por siglo de tradición militar como "Capitan, manden firmes" haya suscitado más de un comentariuo rallano en lo rijoso.

En algo tenía razón el krausismo; la sociedad se gesta en los hogares y la mujer es responsable de la educación de sus hijos, a veces en más del 50%. Visto lo visto, va a haber que tomarse más en serio ciertos valores, ya poco podemos hacer por toda esa generación de comentarista que consideran que la mejor forma de destacar la incapacidad del nuevo gabinete de gobierno sea subrayar lo obvio, que son mujeres. Habrá que centrarse en la juventud, por cierto, otro valor a la baja.
Hay una frase en El color púrpura, en el que a la protagonista se le increpa:"Eres mujer, eres pobre, eres negra, no vales nada", nos parecerá una salvajada pero no está más lejos de las lindezas que le han dedicado a la nueva Ministra de Defensa, basándose en que es mujer, joven y embarazada. En fin, aún sueño con el día en el que la realidad deje de darnos con los ideales en la cara.

jueves, 10 de abril de 2008

Baricco no parece ni esperar ni recordar


No sabría definir mi relación con la obra de Alessandro Baricco, su obra, en general, me parece bastante irregular, pero aún así creo que es interesante y que se maneja mejor en la novela breve que en la extensa. Se trata de un escritor con afán de notoriedad, un periodista megalómano que parece haberse propuesto emular a Da Vinci, no llega al paroxismo del escritor-personaje como su colega de profesión Carlo Lucarelli, pero le anda a la saga. Y que no se malinterprete esto de la megalomanía... porque lo cierto es que no dejo de sentir cierta admiración hacia alguien con tanta capacidad de trabajo y de aprendizaje. El pasado viernes leía una entrevista que concecía a El Pais con motivo de un recital de poesías de la mano de Leonor Watling y su grupo, Marlango, en el Lope de Vega de Sevilla. Acaba de dirigir su primera película "Lezione 21" y justo cuando parece que se tomaría algún tiempo antes de mostrarnos su última habilidad adquirida, decide cantar junto a la Watling poemas de Fenoglio, Osvaldo Soriano y suyos propios.

A raíz de ello recordé el último libro que leí de él, que creo que es también el último publicado. "Esta Historia", no es otra que la de Último Parri, un hombre que desde muy niño albergaba un sueño y que agotará su vida en ello. Su padre, hijo de ganaderos, quiere escapar de esa vida abocada al trabajo costante, al sacrificio diario a cambio de la subsistencia. Estamos a principios de siglos, el automóvil empieza a hacer su tímida incursión por los caminos de tierra y a Libero Parri, no se le ocurre otra que convertir la granja en un taller de automóviles, que aunque no tiene ni idea de mecánica, con un libro y la ayuda del despierto Último, se irá defendiendo. Bueno, según se interprete, porque en una pequeña región del norte de Italia en torno a 1911 si hay algo que no abunda son los automóviles, objeto de lujo e incluso de excentricidad.

El destino de padre e hijo se altera con la llegada accidental del conde d'Ambrosio, al que le resulta simpática la aventura de estos aldeanos y que en cierta medida asimila como protegidos .... A partir de ahí la historia se retuerce y se llena de bifurcaciones... el accidente de Libero y el conde en una carrera de automóviles, siempre enturbiado por la duda, la obsesión de Último por construir un circuito, el comienzo de la 1ª Guerra Mundial donde Último participa luchando contra los austriacos en la actual Kobarid, su posterior emigración a EEUU en busca del capital que subvencionara su sueño, su historia de amor con Elizaveta, una extraña joven rusa....

Salvo la parte que describe pormenorizadamente la batalla de Caporetto (cosa que, por cierto, ya hiciera Hemingway en "Adios a las Armas"), el resto de la obra tiene un buen ritmo, ameno, con disgresiones e historias paralelas, alteraciones del orden cronológico y cambios en el estilo del lenguaje, dependiendo de quién o qué se narra. Baricco es concienzudo en los aspectos históricos, lo prueba la ouverture, donde narra la mítica carrera que tiene lugar entre París y Madris el 31 de mayo de 1903 (que no llegó a Madrid, ya que fue anulada tras una sucesión de trágicos accidentes), o en la batalla de Caporetto, que si bien es importante para sucesos futuros dentro de la trama de la novela, se excede en describir las batallas llegando a sumir al lector en un sopor con olorcillo a pólvora.

Destacaría la historia de Elizaveta, por su frescura en estilo y narración, por original y perversa ... precisamente a partir de aquí la narración se agiliza y se vuelve adictiva, el final sorprende y uno queda contento con la lectura en general....Hay una obsesión en Último que define su naturaleza y su trayectoria, que sólo Elizaveta consigue ver y que con el tiempo se aplicará a sí misma:"La gente vive años y años, pero sólo una pequeña parte de esos años vive de verdad y es cuando consigue hacer aquello para lo que nació. Entonces es feliz, el resto del tiempo se pasa esperando o recordando"... si analizara la expresión más profundamente supongo que ahora estaría elucubrando sobre el destino y las vueltas en círculo que a veces parece dar la vida... ya sabeis ¿existe la casualidad? ¿Las cosas empiezan y acaban en el mismo punto? cuando queremos alejarnos de algo, huir, ¿estamos realmente dando un giro de 360º a nuestro pesar?.... pero eso lo dejo en manos de cada lector, me gusta sacar mis propias conclusiones, e imagino que no soy la única.