La Bambina Impertinente

La Bambina Impertinente

miércoles, 19 de noviembre de 2008

33 años después

La notoriedad obnubila prácticamente a todos, pero con algunas personas se ceba especialmente hasta convertirlas en un boceto a mano alzada de lo que originariamente fueron.Tuve una amiga, una buena actriz, adicta a los escenarios, pero que cuando baja de ellos, es incapaz de quitarse al fantasma de la Xirgú del cuerpo. Así que con los años pasó de ser persona a personaje, aquí en Cádiz esta transformación es un mal endémico con tanto chirigotero suelto. Salir en prensa, televisión o simplemente que te reconozcan por la calle provoca ese efecto en algunos, puede que no quieran decepcionar a su petit troupee con su anodina normalidad, o que les dé pudor enseñar el alma desmaquillada. Pero en cualquier caso asumen rasgos y actitudes grandilocuentes, forzando in extremis un estado del ánima, pueden ser los más graciosos y ocurrentes, los más progres y cultivados, los primeros en alcanzar el nirvana o los defensores a ultranza de la justicia y la verdad.
Son estas ideas las que me bailan en la cabeza cuando leo sobre el juez Garzón. A veces me lo imagino entrando en una cabina, deshaciéndose del traje chaqueta para salir en mallas a remendar los errores del pasado, presente y futuro de la humanidad. Poverino, al Garzón-personaje no debe haberle gustado nada recibir el acta de defunción de Franco. Y podría hacer un chiste, pero la cosa no es para tomársela a broma. Por desgracia estábamos tan desesperados y ansiosos por recuperar la democracia de su largo secuestro que hicimos una negociación muy injusta para nuestros muertos. Entonces importaban los vivos, los mismos vivos que ahora no pueden avanzar en paz sin recuperar el recuerdo de todos esos familiares que esta nueva España ha dejado sepultados en todas esas fosas.Pero Baltasar, la solución no es hacer del dolor de otros un circo, ni esa traída y llevada ley de Memoria Histórica. Es hora de volver a la normalidad de verdad, de conceder a toda esa gente el derecho a dar sepultura a sus familiares, independientemente del bando político o de las causas, de entender que el rencor no es una opción. A día de hoy la única diferencia entre las víctimas y los verdugos es que éstos últimos tienen una lápida, para muchos eso sí es una injusticia.
Al menos yo lo veo así, pero claro, yo no soy un personaje, no tengo notoriedad.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Recuerdos, deseos y otras fracturas

Hace años quise ser escritora, ahora sólo quiero escribir ... cada vez más, huyo de los sustantivos que te etiquetan y me decanto por los verbos. Son mis actos, vuestros actos, los que nos dan nombre. Al final creo que da igual lo que creas o quieras ser, porque sólo nuestras acciones serán recordadas. Ni siquiera importa la intencionalidad o la voluntad. 
Llevo demasiado tiempo desempleada, que no en paro, tengo mi licenciatura, renglones y renglones en cursos, mi posgrado, preparo la tesis, mando curriculum, he trabajado en multitud de trabajos precarios y de los más peregrinos, lo he intentado con la pública, la privada, la concertada ... pero a ojos ajenos soy Ama de Casa. 
A veces me ofende y me llevan los demonios, otras, no puedo más que rendirme a la evidencia; cuando alguna de mis "amigas" me quieren incluir en sus conversaciones (las verdaderas amigas no hacen uso de la condescendencia para lograr su propia reafirmación) preguntan sobre como quitar una mancha, como levantar un bizcocho o preparar la carrillada, como si el no trabajar te discapacitara para hablar de ello o vete a saber por qué. En cualquier caso es triste. Claro que le dedico tiempo a mi casa ... mirar el techo me parecería aún más triste, pero no dejo de hacer muchas otras cosas, cosas que por no remuneradas, pasan inadvertidas.
Probablemente fue una de las razones por las que abrí este blog, para dejar pasar aire a mis cuatro paredes, para evitar ser prejuzgada por los que confunden un sueldo con la plenitud y sobre todo para poder escoger a mis amigos.
Sigo intentándolo y, aunque a veces me derrumbo, tengo muchas razones para sentirme afortunada, autosuficiente y capaz. ¿Qué el trabajo dignifica? las acciones que realizamos nos otorgan o  quitan esa dignidad, estén o no pagadas ... todo lo demás es demagogia panfletaria.



Aunque tarde, me presento, hija de un cocinero y una repostera-panadera, que aún me miman como el primer día, coqueteé con el teatro y el chirigoteo callejero, aún busco mi sitio, sin renegar de lo que más admiro, la creatividad y, cómo no,  mi Juanito... y no incluyo a los felinos por no hacerme (más) pesá ... gracias por ver más allá.